Viviendo al límite: la pérdida de espacios silvestres

Luis M García Feria

La importancia de la conservación de la biodiversidad ha llevado a desarrollar estrategias para su conservación a corto, mediano y largo plazo.

Sin embargo, el crecimiento de los asentamientos humanos y el incremento en la demanda de productos y servicios, aumento de los desarrollos industriales, la producción agropecuaria a gran escala, la contaminación ambiental, entre otros, han causado el mayor impacto humano y el decremento de los espacios silvestres. Estas presiones generan la reducción de los rangos de distribución y tamaños poblacionales de muchas especies pudiéndolas llevar a la extinción. Se ha estimado que alrededor de 322 especies de vertebrados terrestres se han extinguido en los últimos 500 años, y que las abundancias de diferentes grupos faunísticos (mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces silvestres) han disminuido en un 68%. Esto conlleva a un efecto dominó que a afecta las funciones ecológicas y la estabilidad de los ecosistemas. 

El deterioro e invasión de los ecosistemas por las actividades humanas pueden poner en riesgo a la salud de la vida silvestre (por el contacto con agentes infecciosos y no infecciosos) y la del ser humano. Es decir «la salud conecta a todas las especies del planeta»; frase que el investigador Phillip Kosch, a mediados de la década de los 1990, hacía justo por las interacciones, cada vez mayores, entre el ser humano y la vida silvestre. Por lo contrario, la autoorganización de todos los componentes de los ecosistemas se manifiesta en su salud, es decir, cuando todos los procesos se regulan por sí solos un ecosistema es sano y los servicios que proporcionan a los seres humanos son de gran calidad, reflejándose en nuestro bienestar mental y físico. 

Cuando los hábitats con grandes extensiones son escasos, pero existe presencia humana, la vida silvestre tiende a adaptarse a las nuevas condiciones. A estas condiciones John Jensen, director del programa ambiental de la Fundación George Gund en 200, la definió sorta situ: ‘un tipo de estrategia de conservación ex situ que se aproxima a las condiciones in situ’. Es así como la presencia humana es un factor muy importante para la supervivencia de la vida silvestre, orillando a que los individuos de muchas especies vivan al límite de sus adaptaciones. 

  Fauna en ambientes urbanos (a: lobos marinos [Zalophus californianus] descansando en el rompeolas, Ensenada, Baja California; b: tecolote bajeño [Glaucidium brasilianum] perchado en una construcción, Coatepec, Veracruz; c: Pollo de garza verde [Butorides virescens] perchado en banca de un parque, Tlacotalpan, Veracruz) y d: camino en Reserva de la Biosfera La Michilía, Durango. Fotografías: autor 

Existen muchos ejemplos a nivel mundial donde la exclusión de la presencia humana ha resultado en la regeneración natural del ecosistema. Aunque la tendencia en México, y a nivel mundial, ha sido el incremento de las Áreas Naturales Protegidas,y otros esquemas de protección de tierras (por ejemplo, en México las Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación [ADVC] y las Unidades de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre [UMA]), y la conectividad entre ellas, investigaciones recientes proponen que si se conserva entre el 30% y el 50% de la superficie terrestre disminuiría en un 82% el riesgo de extinción de muchas especies. La conectividad de grandes territorios o ecorregiones apoya la estrategia de la renaturalización o rewilding, pudiendo dar solución a la conservación de la biodiversidad, de la mitigación de los efectos dañinos de las actividades humanas, del incremento de la calidad de los servicios ecosistémicos y de la economía de los países. No obstante, hay que propiciar un pensamiento incluyente o mutualista de los humanos hacia la vida silvestre para su manejo y conservación, y de los últimos espacios silvestres. Únicamente así se lograrán desarrollar políticas y tomar acciones urgentes a gran escala que contribuyan a minimizar y/o revertir los impactos de las actividades humanas sobre los ecosistemas que repercuten en la salud y bienestar humano, y no seguir viviendo al límite.

Rio Sordo, limite municipal Xalapa-Coatepec, Veracruz (a: letrero informativo en el puente de la carretera antigua a Coatepec; b: cercetas de alas azules (Spatula discors) descansando en el Rio Sordo; c: tortugas jicoteas (Trachemys venusta) habitando un remanso del Río Sordo). Fotografías: autor