¿Quién fue el naturalista oficial del H.M.S. Beagle?

Alejandro Espinosa de los Monteros

Biología Evolutiva

Para conmemorar los 215 años del natalicio de Darwin, recuento una serie de sucesos que moldearon la vida y obra de uno de los científicos más relevantes del siglo XIX.

Muchos consideran que para que algo salga bien es necesario hacer planes detallados y no dejar nada a la casualidad. Sin embargo, esto es prácticamente imposible, de hecho en 1763 el reverendo inglés Thomas Bayes desarrollo una teoría estadística para considerar el efecto de los eventos aleatorios que pueden influir sobre un evento y modificar la probabilidad final de que este ocurra. Tan difícil es que las cosas salgan como uno lo desea, que en el colectivo popular tenemos la frase “Si algo puede salir mal, saldrá mal” (esto lo conocemos con el nombre de Ley de Murphy). Si la historia nos ha dejado claro una cosa es que la vida de los individuos está moldeada por el azar y la necesidad. Pero, ¿que tiene que ver todo esto con la pregunta que da título a este ensayo? El H.M.S. Beagle era un pequeño barco (medía 27 m de largo) que formaba parte de la flota de la marina real británica. Durante el siglo XIX esta nave realizó tres viajes de exploración alrededor del mundo. Tal vez, después del Titanic, el Beagle sea el barco más famoso que haya existido. Curiosamente su fama no proviene de los descubrimientos o aventuras ocurridas durante su servicio. Su fama es debida a que durante su segundo viaje, entre los años de 1831 a 1836, estuvo a bordo Sir Charles Robert Darwin.

Darwin nunca formó parte de la marina real británica, por lo tanto no era parte de la tripulación y mucho menos era el naturalista oficial del barco, fue simplemente un pasajero. Entonces, ¿como es que un civil terminó a bordo del Beagle durante una comisión oficial, y porqué la mayoría de la gente piensa que el era el naturalista del barco? Empecemos por el principio, Charles nació el 12 de febrero de 1809 en Shrewsbury, Inglaterra. Desde muy pequeño mostró un gusto muy particular en la naturaleza. Una anécdota cuenta que el jardinero de los Darwin en más de una ocasión dijo: “Que bueno que el joven Charles ha nacido en buena cuna. Todo ese tiempo malgastado viendo flores y atrapando insectos no le llevará a nada.” Su padre, Robert, era un hombre de negocios y médico exitoso convencido de que su hijo continuaría con la tradición familiar (Erasmus, abuelo de Darwin también había sido un medico reconocido). Es así que a la edad de 16 años, con la ayuda de su padre, ingresa a la Universidad de Edimburgo. Sin embargo, le era imposible concentrarse en las clases de medicina y de ninguna forma podía tolerar las demostraciones de cirugía. Algo que es fácil de entender si tomamos en cuenta que en ese entonces (1825) no existían los anestésicos y las intervenciones quirúrgicas se realizaban con el paciente consiente o en el mejor de los casos completamente ebrio. Su negativa por continuar con los estudios de medicina, lleva a su padre a transferir a Charles al Christ´s College de Cambridge para estudiar letras y posteriormente ordenarse como pastor anglicano. En vez de asistir a clases, Charles pasaba el tiempo en el campo practicando equitación pero particularmente se aficionó a colectar escarabajos y a criar palomas.

Por ese entonces el H.M.S. Beagle se encontraba realizando su primer viaje de exploración en las costas de la punta sur de Suramérica. Sirviendo abordo se encontraba el teniente Robert Fitz-Roy. El era tres años mayor que Darwin y descendía de una familia noble con una larga tradición de marinos. Cuando Fitz-Roy cumplió 13 años de edad ingresó a la Marina Real Británica donde permanecería por el resto de su vida. Un suceso trágico, el suicidio del comandante Pringle Strokes capitán del Beagle, hizo que Fitz-Roy tuviera que tomar su puesto, concluir la misión y regresar la nave a Inglaterra. Su gran desempeño llevó al Almirantazgo a nombrar a Fitz-Roy como capitán del Beagle para una nueva comisión que duraría cinco años. La noticia no fue tan bien recibida. El estaba convencido de que sufriría la misma suerte de su antecesor. Fitz-Roy padecía una condición presente en muchos de los miembros de su familia: la depresión. Es importante saber, que los capitanes de barcos de la marina real no se mezclaban ni fraternizaban con la tripulación. El capitán solía pasar semanas enteras sin salir de su camarote, por lo regular pasaba por escrito las ordenes al primer oficial quien en la práctica era el encargado de que se cumplieran. Para un capitán, los días en altamar solían ser monótonos y aburridos. Es así que Fitz-Roy toma la decisión de invitar a una persona de buen linaje para que fuera su acompañante durante el viaje.

Entre los candidatos que recibieron la invitación estaba el joven Darwin. En primera instancia Charles fue rechazado por Fitz-Roy ya que según el tenía facciones y una estructura del cráneo de una persona no confiable. Sin embargo nadie, a excepción de Darwin, estuvo dispuesto a embarcarse y dejar a su familia por un periodo tan extenso. De esta forma, el 27 de diciembre de 1831 Charles inicia la travesía más importante de su vida. En realidad, la historia apenas comienza. Al poco tiempo de zarpar, Fitz-Roy y Charles descubrieron que este sufría de fuertes mareos. Los primeros días del viaje fueron una tortura para Charles, le era muy difícil retener los alimentos y se sentía tan miserable que en más de una ocasión tuvo el pensamiento de abandonar la aventura. Por suerte, poco a poco Charles logró tolerar la vida en el mar. Es probable que Darwin no haya sido una persona tan agradable, muy pronto diferencias de opinión hicieron que el capitán y su acompañante se enfrascaran en tensas discusiones. En parte, usando como pretexto los mareos de Charles, el capitán lo enviaba a tierra firme en las expediciones de exploración y así tener un respiro de la presencia de su no tan cordial amigo. En estas escapadas, Darwin tuvo la oportunidad de interactuar con el naturalista oficial del Beagle. Aun cuando Charles intento tratarlo como un colega, la opinión que tenia sobre el no era positiva, pensaba que era un científico anticuado con ideas obsoletas. La competencia entre ellos comenzó a generar fuertes roces, llegando a ser la situación tan insostenible para el naturalista que a un año de haber iniciado el viaje decidió renunciar a su comisión en el Beagle. En su diario escribiría: “Encontrándome en un falso puesto a bordo de una pequeña e incomoda nave, y extremadamente decepcionado sobre mis expectativas para desarrollar mi labor como naturalista, he solicitado al Almirante en turno se me permita retirar de esta expedición, y regresar a casa a bordo del H.M.S. Tyne.” Y esta es la historia de como Sir Charles Robert Darwin a sus 23 años terminó siendo el principal, aunque no oficial, naturalista durante el segundo viaje de exploración del H.M.S. Beagle.

El viaje continuó por casi cuatro años más. Durante este tiempo Darwin recopiló evidencia contundente que le permitió sustentar el proceso de evolución por medio de la selección natural. Ah, por cierto, el naturalista oficial durante el segundo viaje del H.M.S. Beagle fue Robert McCormick.

"La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional"

Créditos:

Portada: Retratos tomados de National Portrait Gallery of London y fotografía central autor: Alejandro Espinosa de los Monteros