¿Qué pasa con los animales cuando les destruyen su hogar?
Sonia Gallina y Alberto González-Romero
Red de Biología y Conservación de Vertebrados
El hombre, en busca del progreso está destruyendo el hogar de los animales, poniendo en riesgo las poblaciones de las especies que viven en las selvas y bosques y que desempeñan un papel en la función de los ecosistemas que les da la estabilidad a los mismos. Ya se están viendo las consecuencias en la presencia de los grandes depredadores, por ejemplo, por la apertura y destrucción de la selva en Quintana Roo, para el Tren Maya. El jaguar está viéndose en la necesidad de alimentarse de animales domésticos creándose un conflicto severo con las comunidades humanas que seguramente acabarán por matarlo. Al desaparecer las poblaciones de diversas especies de animales, se está acabando con recursos naturales que pueden beneficiar a las generaciones futuras y que tendrán consecuencias para la estabilidad de los sistemas naturales.
Palabras clave: depredadores, hábitat, mamíferos, Quintana Roo.
La destrucción del hábitat, es decir, el hogar de los animales, provocado principalmente por las actividades antrópicas, ya sea para actividades agropecuarias, desarrollos turísticos o urbanos, para abrir carreteras, vías del tren (lo que está sucediendo por ejemplo con el Tren Maya), tiene severas consecuencias sobre las especies animales, siendo más notorias en las poblaciones de mamíferos grandes y medianos debido a su vulnerabilidad.
Los mamíferos grandes, como los denominados “depredadores tope” que necesitan amplios territorios para poder cubrir todas sus necesidades o requerimientos, se ven obligados a desplazarse buscando su alimento o sea las presas de las que se alimentan y para encontrar nuevos refugios, también estas presas van a verse afectadas por la destrucción y transformación que sufre el lugar donde habitan y que tienen menos movilidad que sus depredadores. Además, hay que tomar en consideración que los grandes mamíferos tienen tasas reproductivas más bajas, con tiempos mayores para alcanzar la madurez, por lo cual reponer la pérdida de individuos en sus poblaciones es más complicado y lleva más tiempo, lo que inevitablemente provocará las extinciones locales de sus poblaciones cuando destruimos su hogar.
¿Entonces que está sucediendo con el jaguar (el depredador más grande de Latinoamérica y un ícono de las culturas indígenas considerado como un mensajero de los Dioses con su fuerza y poder, es una especie que está en riesgo de extinción), por ejemplo, en Quintana Roo, con la apertura de grandes extensiones de selvas para la construcción del Tren Maya? Pues ya, antes de que concluya esta magna obra, se están presentando conflictos entre este felino y las comunidades humanas ya que por la destrucción de su hábitat estos animales deambulan erráticamente en busca de alimento y sitios de descanso y están comiendo sus animales domésticos como borregos, gallinas, patos, incluso sus perros, ya que sus presas naturales también están siendo afectadas por esta destrucción, y por esa razón los pobladores ya quieren eliminarlos, y sin duda lo harán. Con lo que estaremos perdiendo parte de nuestra valiosa herencia biológica y cultural.
Estas consecuencias que estamos viendo y registrando han sido prácticamente inmediatas, mediante cámaras-trampa que se colocaron en una zona de Akumal, Quintana Roo, cercana a donde ya talaron la gran brecha por donde pasará el Tren Maya. Pues en sólo quince días se registraron más de 15 especies diferentes de mamíferos, entre los cuales sobresalen el jaguar y el puma, además de otros carnívoros que se encuentran en peligro de extinción. Esto revela que la fauna está moviéndose buscando alimento, refugio y nuevos sitios para establecerse, afectando a los pobladores del área. Vemos que el futuro cercano de esta riqueza de fauna que habita en estas selvas que están siendo impactadas por esta obra magna desgraciadamente está viéndose seriamente afectada y sus poblaciones pueden desaparecer rápidamente, sin que se pueda vislumbrar una solución, debido a que su “hogar”, el ambiente en el que habitan está siendo destruido.
Sabemos que debe buscarse el progreso de las comunidades humanas, pero este no debe ser a costa de la pérdida de este patrimonio natural, que a la larga va a ser más perjudicial que benéfico. La extinción local de las poblaciones de las especies animales trae consecuencias para la estabilidad y resiliencia de los ecosistemas, es decir, ya que cada especie desempeña un papel importante en el sistema, sobre todo los grandes depredadores que tienen una gran influencia en las selvas donde viven, y que tienen todo su derecho a existir. Con su desaparición se pone en riesgo la continuidad de la selva, el bosque relicto y el hombre mismo.
La pregunta que nos hacemos los que queremos conservar la riqueza de nuestras selvas y bosques es la siguiente ¿Tenemos el derecho de destruir el hogar de los animales y provocar su extinción, si ellos estuvieron antes que nosotros?, las consecuencias serán también quitarles oportunidades a las generaciones futuras de poder disfrutar y aprovechar adecuadamente los recursos naturales. Estamos, en aras del progreso, ciegos a los estragos que repercutirán invariablemente al alterar el ambiente en el que viven los animales.
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