La comunicación en la naturaleza
Mario Enrique Favila Castillo
Una de las características de los seres vivos es que nos comunicamos entre sí y con nuestro entorno. Para los seres humanos es muy claro que la principal forma de comunicarnos es a través del lenguaje, oral o escrito. Sin embargo, tenemos otros medios de comunicarnos que tiene inclusive implicaciones en el mantenimiento de nuestra especie.
Una mirada dice mucho, puede ser de empatía, de enamoramiento, de admiración, enojo, incomodidad, tristeza o alegría, entre otras. El tacto nos permite también comunicarnos, un apretón de manos, una caricia, un abrazo o un rechazo, que puede ir acompañado de un gesto, son formas de comunicación no verbal. También el olor de cada persona permite comunicarnos fluidamente o inclusive no comunicarnos, evitarnos o bien enamorarnos. Recordemos la canción “Son tus perjúmenes mujer” de Carlos Mejía Godoy & Los de Palacagüina. Pero no somos sólo los humanos los que nos comunicamos. Los animales y las plantas, inclusive los microbios se comunican entre sí. De hecho, nosotros nos comunicamos con los animales. Pensemos en nuestras mascotas principales: perros y gatos. Con ellos establecemos una comunicación verbal, visual y táctil. Una mirada enojada a firulais puede provocar en él que se retraiga, pero si lo vemos sonriente, moverá su cola y pondrá una cara de felicidad y se nos acercará y danzará alrededor nuestro.
No sólo en el reino animal existe la comunicación, las plantas también se comunican entre sí y con otros animales, inclusive con nosotros. Su principal forma de comunicación es por medio de señales químicas, pero también eléctricas que les permite comunicarles a sus vecinos su estado de salud, entre otros. Estas señales químicas pueden ser aprovechadas por insectos. Tal es el caso de los escarabajos conocidos como descortezadores. Cuando un árbol se enferma emite compuestos que son detectados por estos insectos, lo que les permite colonizarlos y establecerse en ellos, llegando a matarlos y, al hacer sus galerías volverlos inutilizables para los humanos, lo que genera grandes pérdidas económicas al sector maderero y que ha motivado una gran cantidad de estudios sobre la comunicación química entre el árbol enfermo y los escarabajos, con el objetivo de controlar estas plagas. Pero no acaba ahí la comunicación entre los escarabajos descortezadores y otros insectos, se comunican también entre sí por medio de comunicación sonora, ruidos con cierta cadencia que son emitidos por un individuo a través de alguna estructura de su cuerpo, y que al ser “escuchada por otros congéneres, responden al llamado, sea para aparearse si son del sexo contrario o pelearse entre sí, sin son del mismo sexo; aunque pueden emitir sonidos para agruparse todos, y en el caso de los descortezadores atacar más eficientemente al árbol.
Yo estudio a otro grupo de escarabajos, los cuales no son dañinos sino altamente benéficos al ser los recicladores de buena parte de los desechos de la naturaleza: excremento, carroña (cadáveres de vertebrados e insectos), plantas y hongos en descomposición, entre otros. Se trata de los escarabajos del estiércol o estercoleros. En contra de lo que a primera vista se pudiera pensar, son escarabajos hermosos, de colores azules, verdes, amarillos. Algunos en el que los machos portan unos cuernos espectaculares, lo que permite distinguirlos de las hembras que no tiene cuernos). Otros, no se pueden diferenciar a simple vista ya que son prácticamente iguales los machos que las hembras. Sin embargo, ellos no tienen problemas y son capaces de reconocerse si son machos, hembras o de sexo diferente. Asociado a este reconocimiento, el comportamiento de estos bichos puede ser de “enojo” que ocurre cuando dos individuos se encentran y son del mismo sexo; empero, si son de sexo contrario se pueden “enamorar” y llegar a construir su nidito de amor; es decir a nidificar. El lugar de encuentro es la fuente de alimentación: el cadáver de un vertebrado, generalmente pequeño como el de una rana, una lagartija, un ratón, entre otros o bien en la boñiga de una vaca o el excremento de algún mono o de otro animal. Los escarabajos se concentran en este lugar y es frecuente ver como pelean por el alimento, que en el caso de los escarabajos llamado rodadores es por una bola de alimento que ha sido elaborada por uno de ellos. Cuando vemos estas peleas, podemos tener la certeza de que son individuos del mismo sexo, sean machos o hembras; pero si lo que observamos es que cooperan en la elaboración de la bola y durante el rodaje uno va empecinadamente rodando la bola y el o más bien la otra, porque en estos insectos es común que el macho rede la bola y la hembra vaya subida a la bola de alimento, estamos ante una pareja que va a nidificar y dejar su descendencia.
Una pregunta obligada es ¿cómo se reconocen? Como saben que están ante un individuo de su mismo o de diferente sexo y actuar en consecuencia. La respuesta es que estos escarabajos se comunican principalmente por medio de señales químicas. Es a través de sus compuestos cuticulares, es decir los compuestos que están en la superficie del cuerpo de estos bichos. En mi laboratorio, en conjunto con mis estudiantes, hemos encontrado que los compuestos cuticulares de los machos son diferentes a los de las hembras, básicamente son hidrocarburos cuticulares, compuestos que son relativamente sencillos, por lo que son algo volátiles. Es decir, en los escarabajos rodadores del estiércol también aplica “son tus perjúmemes mujer, los que me sulibelyan” Esto lo pudimos probar al obtener los compuestos cuticulares de hembras y disfrazar con estos compuestos a carcazas de machos, que previamente habían sido reconocidos como machos tanto por otros machos como por otras hembras. El resultado fue que los machos fueron engañados y rodaron una bola en donde se encontraba un macho “químicamente disfrazado de hembra”. Por el contrario, si el macho se encontraba con una bola con un macho integro, no disfrazado, se “encrespaba” y expulsaba al otro macho. No hay duda, la principal forma de reconocerse en estos es escarabajos es por medio de sus compuestos cuticulares. Es decir, por medio de la comunicación química.
Slider: Macho de Canthon cyanellus emitiendo feromonas sexuales junto a bola de alimento para atraer a una hembra. En Bellés y Favila 1983.