La ciencia y la protección civil
Francisco Mendoza Fernández
En cualquier parte donde ocurre algún evento catastrófico, donde se percibe una condición de peligro inminente, o se alerta de algún tipo de riesgo que puede generar impacto negativo, participan los cuerpos de protección civil, o defensa civil.
El origen de estas acciones se remonta a la segunda guerra mundial, cuando grupos de personan que provenían de la sociedad civil, se organizaban para establecer medidas de prevención y atención a zonas vulnerables que habían sido afectadas por las actividades de la guerra. Muy pronto estos esfuerzos se volvieron tan relevantes que las autoridades convinieron en formalizar procedimientos y protocolos para que las comunidades estuvieran cada vez más y mejor preparadas para responder ante posibles desastres.
Actualmente, la protección civil se entiende como el conjunto de medidas y acciones destinadas a prevenir, mitigar y responder a situaciones de emergencia y desastres, se ha convertido en un pilar fundamental para garantizar la seguridad de las comunidades a nivel global. Para lograrlo, es necesario coordinar esfuerzos entre gobierno, grupos voluntarios organizados como brigadas y la sociedad civil. Este tridente se representa en el triángulo azul que es el símbolo de la protección civil a nivel internacional. En este contexto, la ciencia emerge como un aliado indispensable, proporcionando herramientas, conocimientos y tecnologías que fortalecen la capacidad de respuesta y prevención de los organismos encargados de la protección civil.
La relación entre la ciencia y la protección civil es bidireccional y sinérgica. Por un lado, la ciencia ofrece los instrumentos necesarios para comprender los riesgos y amenazas que enfrentamos, desde eventos naturales como terremotos, huracanes y inundaciones, hasta situaciones más complejas como pandemias y crisis climáticas. La investigación científica permite identificar patrones, evaluar la vulnerabilidad de las comunidades y anticipar posibles escenarios, brindando así una base sólida para la toma de decisiones informada.
La ciencia también desempeña un papel clave en el desarrollo de tecnologías de alerta temprana. Sistemas de alerta sísmica, pronósticos meteorológicos precisos y modelos predictivos en salud pública son ejemplos de herramientas que permiten advertir a la población y a las autoridades sobre la inminencia de situaciones críticas, brindando tiempo valioso para la evacuación y la implementación de medidas preventivas.
En nuestra era, los eventos catastróficos causados por desastres naturales están fuertemente vinculados a las actividades antropogénicas, es decir, el impacto de la naturaleza es más grave por causa de la intervención humana en los ecosistemas.
En el 2022, México sufrió afectaciones económicas de más de 16 mil millones de pesos, y se estima que esa cifra se eleve considerablemente en el 2023. Millones de personas han sido afectadas por desastres naturales y estos eventos tendrán mayor impacto negativo en las comunidades sino se realizan acciones contingentes sobre los efectos de la actividad humana en los ecosistemas.
La participación de la ciencia es obligatoriamente necesaria y fundamental para diseñar acciones y políticas públicas que promuevan estrategias para restaurar y conservar áreas naturales que contribuyan a la mitigación de los efectos de los eventos naturales perniciosos como los incendios, sismos y tormentas.
Otro aspecto fundamental que comparten ambas disciplinas, la ciencia y la protección civil, es la imperante necesidad que construir plataformas para la concientización de las comunidades. La educación juega un papel crucial. La divulgación científica dirigida a la población puede contribuir a la conciencia y preparación de la sociedad ante posibles emergencias. Comprender los riesgos y saber cómo actuar en caso de desastre es fundamental para minimizar los daños y garantizar una respuesta eficaz.
Arraigar una cultura de protección civil de la mano del conocimiento científico, nos brinda la fortaleza para construir una sociedad más resiliente y más sostenible.
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