Importancia de la conectividad de plantas acuáticas en humedales

Yessica Rico, Efraín Noriega Rico y Luis Rey Flores

Red de Diversidad Biológica del Occidente Mexicano

Las plantas en humedales son cruciales para la vida acuática. Ante su acelerada pérdida, conocer cómo ocurren los procesos de dispersión y flujo de genes entre humedales ayudará a informar estrategias de conservación.

Los humedales y las especies que los habitan proveen servicios ecosistémicos cruciales como la captación y filtración del agua, la producción de alimentos y materiales, el control de inundaciones, y la regulación del clima. Podemos encontrarlos de diferentes tamaños, como pantanos, charcas, lagunas, lagos, cerca de las costas, ríos, o en valles aislados entre cordilleras montañosas. La mayoría son de agua dulce pero también hay salados; algunos son temporales (existen durante la época lluviosa) o tienen agua todo el año. Los humedales son componentes importantes del paisaje que conectan los sistemas acuáticos y terrestres, al ser zonas de transición entre la tierra seca y el agua. 

Humedal temporal en región de Lago de Pátzcuaro, Mich. Crédito. Yessica Rico

Las plantas de los humedales son cruciales para el equilibrio y desarrollo de la vida acuática, por ser una fuente primaria de la cadena alimenticia y productoras de oxígeno. Proveen refugio y hábitat a la gran mayoría de la fauna acuática (peces, anfibios, tortugas, insectos, protozoarios, etc.) tanto en su estado larvario y adulto. Proporcionan sitios de anidación y reproducción para vertebrados e invertebrados, especialmente para diversas especies de aves migratorias. Asimismo, las plantas acuáticas, tales como los tules (Schoenoplectus americanus y S. californicus), el carrizo (Phragmites australis), o la chuspata (Typha latifolia) son importantes filtradoras de las impurezas del agua, tanto que son utilizadas en la construcción de humedales artificiales para purificar el agua que proviene de las descargas domésticas. Las distintas funciones y contribuciones de las plantas acuáticas ocurren tanto en humedales temporales y permanentes, sin importar su superficie. Por lo que, la destrucción o eliminación de la vegetación silvestre de los humedales desencadena una serie de modificaciones negativas que afectan toda la cadena trófica de especies asociadas acuáticas, semiacuáticas, y terrestres. 

Plantas acuáticas conocidas como nenúfares (Nymphaea) en Laguna de Zirahuén, Mich. Crédito. Yessica Rico

México es un país rico en humedales, ya que existen 144 humedales de importancia internacional reconocidos así a raíz de la Convención sobre los Humedales que se llevó a cabo en Ramsar, Irán en 1971 (Convección Ramsar) para proveer un tratado intergubernamental para la conservación de estos importantes ecosistemas. Además, México, cuenta con una gran diversidad de plantas acuáticas y endémicas (es decir únicas) a nivel mundial. La región del eje Neovolcánico, la cual es una cadena montañosa de origen volcánico y que comprende los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Michoacán, Guanajuato, Querétaro, México, Hidalgo, Morelos, Tlaxcala, Puebla y Veracruz, así como la Ciudad de México, cuenta con distintos humedales de importante biodiversidad. Particularmente, en el occidente de esta región, tenemos humedales dulceacuícolas entre los más grandes del país, como el Lago de Chapala en Jalisco, el Lago de Cuitzeo en Guanajuato y Michoacán, o el Lago de Pátzcuaro en Michoacán, que además representa un importante sitio con relevancia cultural y turística. Desafortunadamente, estos sistemas de humedales han sufrido grandes transformaciones que los ponen en peligro de desaparecer a un ritmo acelerado dada las condiciones de sequía que enfrenta el país en años recientes. 

Ante este panorama, desde el INECOL en el Centro Regional del Bajío en Pátzcuaro, estudiamos cómo ocurre la conectividad de plantas en estos humedales y que ayude a plantear acciones de conservación. Aunque los humedales aparentemente están aislados, están naturalmente interconectados a través del intercambio de materiales (por escorrentías de agua superficial en la época de lluvias o aguas subterráneas) o través del intercambio de material biológico. Por ejemplo, el flujo de polen a través de corrientes de viento permite la polinización cruzada en las plantas, mientras que la dispersión de semillas por el viento o llevadas en el tracto digestivo, o el pelaje o plumaje de los animales permite a las semillas llegar a otros humedales lejos de su planta madre. Estos procesos mantienen el flujo de genes entre humedales, es decir conectividad.

Planta del tule (Shoenoplectus californicus). Crédito: Efraín Noriega Rico

La información científica que tenemos disponible a nivel mundial señala que cuando transfórmanos los paisajes, alteramos los procesos biológicos. Por ejemplo, construir una carretera entre humedales, o desmontar zonas boscosas para incrementar áreas agrícolas puede restringir el flujo genético, aislando los humedales. El aislamiento, en el tiempo, puede repercutir negativamente, al erosionar la diversidad genética e incrementar la diferenciación entre poblaciones de una misma especie. La diversidad genética, es un componente importante porque es la base de las especies para adaptarse a los cambios ambientales a lo largo del tiempo. En consecuencia, los estudios de conectividad de humedales en ambientes transformados nos encaminarán a informar acciones de conservación y restauración para mantener la diversidad genética de sus especies y sus funciones. 

"La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional"

Slider:  Laguna de Zacapu, Mich. Crédito: Yessica Rico