En el mar la vida es más sabrosa

Patricia Moreno-Casasola 

Red de Ecología Funcional

Actualmente la degradación de los ecosistemas, del agua y del tejido social en las zonas costeras hacen que el bienestar en estas regiones sea menor. 

Hay una tendencia mundial al incremento en la población que vive en la costa. Son áreas cercanas a agua dulce y salobre, con abundancia de alimentos, gran diversidad de plantas y animales que conforman ambientes de gran belleza, abundantes ecosistemas que proporcionan servicios ambientales, y en general consideradas con buena calidad de vida. La zona costera representa el 20% de la superficie de la tierra y alberga al 40% de su población. El 75% de las megaciudades (con poblaciones de más de 10 millones de personas) son costeras, distribuidas en todos los continentes (Kneller 2020).

La costa es la única parte de la superficie terrestre donde entran en contacto cuatro grandes elementos o fuerzas moldeadoras del planeta: la tierra con su estabilidad, el mar y el agua dulce con su continuo movimiento desde calmo hasta destructivo y el aire o atmósfera que da vida, pero también mueve al mar durante tormentas. Los ecosistemas que han evolucionado a través de la historia del planeta, tienen la capacidad de sobrevivir y mantenerse durante el juego continuo de estas cuatro grandes fuerzas. Las playas y dunas con su arena fina se reacomodan con el oleaje y crecen durante temporadas de calma y se reducen durante tormentas, pero generalmente se recuperan. Los manglares toleran el golpeteo del oleaje y cuando se rompen, otra rama vuelve a crecer o nuevos individuos se establecen. Los arrecifes albergan gran diversidad de peces y ocupan superficies cubiertas por el mar, no muy profundas, cerca de las costas. Los humedales costeros de agua dulce, junto con los manglares, almacenan el agua dulce que fluye cuenca abajo, en el subsuelo y junto con los ríos la dejan salir hacia el mar y conectan la tierra con las zonas marinas. Todos estos ecosistemas reducen la fuerza del oleaje, del viento y de la bajada de aguas y por el solo hecho de existir nos brindan el servicio ambiental de protección, aún en zonas golpeadas por huracanes. 

Una vista panorámica de la playa y el poblado de Las Barrancas, municipio de Alvarado en 2009. Fotografía Gerardo Sánchez Vigil

El relato anterior nos explica porque la vida en el mar es más sabrosa y aunque sea de vacaciones, todos queremos ir a la playa, a pasear en lancha, a visitar un manglar. Sin embargo, hoy en día, las actividades del hombre están afectando esta buena calidad de vida que los pobladores tenían. Cómo siempre, aquellos con mayores carencias económicas son los más perjudicados y cada día su salud, su ingreso, su acceso a recursos, su seguridad, es decir su bienestar, se va reduciendo más y más.

Entre los impactos del cambio climático está la elevación del nivel del mar. Esta mayor altura permite que el oleaje penetre más tierra adentro que antes, y por lo tanto arrastra más arena, sobre todo durante tormentas y huracanes. Esta mayor masa de agua salada también actúa como un tapón que hace que el agua dulce que baja por los ríos y por el subsuelo penetre más lentamente al mar pues requiere más fuerza para hacerlo. Si seguimos reduciendo el agua que baja, ya sea por represas, extracción o reducción de las lluvias, la menor cantidad de agua dulce bajando tiene menor fuerza y lentamente el agua salina penetra más tierra adentro, salinizando los pozos. Cuando hay erosión de playa, además de perder propiedades y posibilidades de actividades recreativas, los pozos se salinizan con mayor rapidez. Esto reduce considerablemente la calidad de vida de los pobladores y hace necesario pagar más por agua dulce para beber, cocinar, y simplemente vivir. 

El agua de ríos arrastra gran cantidad de sedimentos producto de la erosión de laderas. Estos se acumulan en la parte baja de los ríos y reducen el tirante de agua. Durante grandes bajadas de agua de lluvia, hay menos espacio físico para acumular el agua mientras penetra y se diluye en el mar, produciéndose desbordamiento de ríos e inundaciones.

Los ríos reciben gran cantidad de contaminantes por aguas negras, arrastre de nutrientes, y gran cantidad de químicos de cultivos. Muchos de ellos también contaminan el agua del subsuelo. Las costas, en la parte baja de las cuencas, reciben todo lo acumulado a lo largo de la cuenca y por tanto la calidad de agua de los pozos es cada vez menor. El manto freático es superficial y muchas veces las fosas sépticas entran en contacto con esta agua, y si no están bien recubiertas y/o mantenidas contaminan con coliformes el agua que finalmente va a alimentar los pozos. Esto significa menor calidad y cantidad de agua en las zonas costeras.

En la mayor parte de México, los asentamientos más cercanos al mar eran pequeños poblados rodeados de campos agrícolas de maíz y huertos de mango, primero, y luego ganaderos, con algunas parcelas remanentes de milpas. Hoy en día están rodeados por campos de caña de azúcar que extraen agua para regar y contaminan el manto freático con agroquímicos. El maíz hay que comprarlo en otros poblados o ciudades y poco a poco va desapareciendo la costumbre de llevar la cubeta de maíz nixtamalizado al molino. Las motocicletas con entrega de tortillas y las tiendas son la principal fuente de compra de este alimento básico que se produce con harinas procesadas. Hay mayor acceso de alimentos de mala calidad y disminuyen los de buena calidad. La pesca se ha reducido y el producto es más caro. La alimentación también se va deteriorando.

En estos poblados comienzan a establecerse migrantes de la ciudad ya sea de manera permanente (jubilados, por ejemplo) o casas de fin de semana. El entramado social se va rompiendo, las costumbres cambian, los vecinos no se conocen, los nuevos no participan en tareas comunitarias, requieren productos que antes no se consumían en el poblado. 

Las organizaciones locales no logran aún la fortaleza para enfrentar todos estos cambios que se dan a gran velocidad. Los locales, de menores recursos, son los más afectados, y así, lentamente, la vida en la costa se deteriora.

Referencias

"La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional"

 
Slider: Una vista de la playa de Las Barrancas en septiembre de 2022, mostrando la erosión de la playa, la pérdida de propiedades y sitios para subir y proteger las lanchas de pesca y la reducción de uso turístico de la playa, todo ello formando parte de la reducción del bienestar de los pobladores. Fotografía Gerardo Sánchez Vigil.