El monitoreo y su importancia en la restauración del manglar asociado a la laguna de Tampamachoco, Tuxpan

Ángel Francisco Zaragoza Méndez, Ana Laura Lara-Domínguez, Jorge López-Portillo

Ante la muerte de las áreas de manglar, es muy importante establecer un programa de monitoreo que permita detectar la trayectoria de las acciones de restauración ejecutadas para mantener áreas conservadas y la recuperar áreas dañadas .

En México, la pérdida de manglares se ha tratado de compensar con programas enfocados en el cultivo de plantas invernaderos, la reforestación y la construcción de canales de conexión hidráulica. Sin embargo, los resultados frecuentemente dejan mucho que desear por la falta de estudios previos acerca de las causas de la mortalidad de los manglares, las características hidrológicas y ambientales específicas del sitio en comparación con manglares conservados de referencia para que las estrategias de restauración favorezcan la sobrevivencia de los manglares (Zaldívar-Jiménez et al., 2010). 

La restauración ecológica facilita la recuperación de las funciones originales un ecosistema deteriorado cuando se siguen estrategias adecuadas. Por eso, todo proyecto de restauración debe incluir un monitoreo para evaluar la efectividad de las acciones realizadas (Teutli-Hernández et al., 2020). ¿Qué es el monitoreo? Es el seguimiento sistemático de variables clave desde el inicio de la restauración para determinar el estado inicial y compararlo con un ecosistema de referencia en buen estado de conservación. El monitoreo nos permite evaluar la velocidad con la que se cumplen los objetivos y metas planteadas inicialmente (Aguilar-Garavito et al., 2015).

El monitoreo de largo plazo permite evaluar las respuestas a las acciones propuestas. Desde luego, requerimos una línea base para detectar y evaluar los cambios en la estructura del ecosistema y sus funciones en función de las acciones de restauración. El seguimiento permite realizar acciones complementarias o correctivos, de manera que el proceso de restauración puede dirigirse de forma adaptativa para acelerar lo más posible el proceso de restauración. Efectivamente, la parte fundamental es el monitoreo adaptativo con el que seguimos los resultados de acuerdo a un diseño experimental, la recopilación de datos de variables indicadores de cambio. Como el análisis y la interpretación de los resultados son pasos iterativos, el programa de monitoreo evoluciona y puede dirigirse a responder nuevas preguntas que surjan después de los análisis (Lindenmayer & Likens, 2009). Es clave evaluar y documentar el éxito o fracaso de las acciones de restauración como una experiencia a compartir ante el desarrollo de proyectos de restauración futuros (Ringold et al., 1996)

Nuestro manglar de interés está asociado a la Laguna de Tampamachoco es parte del Sitio Ramsar 1602 Manglares y Humedales de Tuxpan, Veracruz. Se compone de bosques mixtos de manglar con mangle rojo (Rhizophora mangle), mangle negro (Avicennia germinans) y mangle blanco (Laguncularia racemosa) y ocupa alrededor de 536 ha. De éstas habían 30 ha de manglar muerto, incluyendo zonas deterioradas. La causa de esta mortalidad está en la interrupción del flujo de agua por la construcción de 3 terraplenes que atravesaron el manglar de este a oeste, ocasionando el estancamiento de agua, evaporación y salinización excesiva (hasta 120 gramos de sal por litro), una cantidad muy elevada si se compara con los 35 gramos por litro del agua de mar. 

Fig 1. Cambios en el manglar de de Tampamachoco de 1984 a 1991 y acciones realizadas para su restauración tras identificar las causas de la mortalidad masiva. La flecha verde indica cuando se inició el programa de monitoreo y la flecha roja cuando iniciaron las actividades y acciones de restauración.

Desde 2011, con el apoyo de la CONABIO se inició el monitoreo de las condiciones del manglar en las zonas deterioradas y conservadas. Después de los análisis del primer año de línea base se decidió abrir canales a través de los terraplenes en 2012 para restablecer el intercambio de agua entre zonas de mangle conservado y muerto. El monitoreo nos indicó que era necesario aumentar el flujo de agua y en 2014 y 2015 abrimos más los canales hasta alcanzar 15 m de ancho. Con esta estrategia logramos reducir la salinidad de 140 a 70 g/L. Aunque las condiciones fisicoquímicas del manglar se parecían cada vez más a los sitios de referencia, las plántulas que llegaban por flotación no se podrían establecer y las pocas que lo lograban morían al poco tiempo, porque el suelo se erosionó y compactó al morir el manglar, perdiéndose más de 15 cm de altura. Faltaban entonces sitios de altura adecuada para el establecimiento y desarrollo de las plántulas (Zaragoza-Méndez, 2019). En 2018, con la ayuda del Programa de Compensación Ambiental por Cambio de Uso de Suelo de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) iniciamos una nueva fase en la restauración del manglar de Tampamachoco. Excavamos con la ayuda de la comunidad de Barra Galindo y del Ejido de San Antonio, 3000 m de canales de 3 m de ancho y 1 m de profundidad para reconectar el cuerpo lagunar con la zona de manglar deteriorado, permitiendo así la entrada y salida de agua de marea, y emparejaron a 0.4 cm de altura los bordos que resultaron de la excavación de los canales, y los extendieron para alcanzar la atura original de manglar y facilitar el establecimiento de plántulas. Además, construyeron 750 montículos de 5 m de diámetro y 0.4 m de altura. Estas acciones concluyeron en agosto 2019, a tiempo para la temporada de caída de más de un millón de propágulos por hectárea que se dispersan por flotación desde el manglar conservado. El monitoreo fue interrumpido por tres meses durante la pandemia del COVID-19. 

Las nuevas medidas aceleraron los cambios en el interior del manglar: la salinidad disminuyó hasta alcanzar valores similares a los del manglar conservado (30 a 60 g/L). Además, el efecto de la marea normalizó del hidroperiodo y la inundación con la entrada de la marea por los canales y su distribución por las zonas de manglar, independientemente de su grado de conservación. 

El cambio más notable está en la cobertura de manglar, los montículos y los bordos del canal fueron ocupados por propágulos que se desarrollaron hasta juveniles que ahora miden más de 2 metros de altura. Además, su sistema radicular es extenso, formando una carpeta de pneumatóforos que le permite extenderse en área y capturar de sedimento a su alrededor. Asimismo, entre los montículos también se establecen plántulas de mangle negro y rojo. Ahora, a la recuperación de la cobertura vegetal y los suelos, se añaden otras funciones del manglar, como el aumento de la abundancia y diversidad de especies de peces, cangrejos, aves residentes y migratorias, algunos mamíferos e incluso reptiles (como el cocodrilo), que usan los canales para transportarse y habitar ahí.

Fig 2. Distintas especies animales que habitan el ecosistema de manglar, algunas de las cuales se encuentran dentro de alguna categoría de protección por su vulnerabilidad. (A) Crocodylus moreletti, cocodrilo(B) Himantopus mexicanus, monjita americana, (C) Cardisoma guanhumi cangrejo azul de tierra. 

Hasta ahora, continuamos con el monitoreo de las condiciones fisicoquímicas, así como de la vegetación del manglar con la ayuda de fotografías capturadas con dron, una herramienta que complementa las técnicas de monitoreo. Las fotos tomadas se organizan en ortomosaicos que mediante el uso de sistemas de información geográfica, nos permite evaluar la efectividad de las acciones de restauración con la medición de cambios en la cobertura de la vegetación y su correlación con los cambios de las condiciones ambientales.  Por último, podemos identificar las zonas a restaurar y manejar en esta nueva etapa. 

Fig 3. Por medio de las fotografías tomadas con el dron, podemos identificar zonas de interés en las que se pueden realizar acciones de restauración de acuerdo con su deterioro. La imagen de la izquierda es de 2009 tomada de Google Earth y la de la derecha es un ortomosaico compuesto de fotografías tomadas con el dron en 2022.

Referencias

  • Lindenmayer, D. B., y Likens, G. E. (2009). Adaptive monitoring: a new paradigm for long-term research and monitoring. Trends in Ecology & Evolution, (May), 482–486. https://doi.org/10.1016/j.tree.2009.03.005
  • Ringold, P. L., Alegria, J., Czaplewski, L. R., Mulder, B. S., Tolle, T., y Burnett, K. (1996). Adaptive monitoring design for ecosystem management. Ecological Applications6(3), 745–747.
  • Teutli-Hernández, C., Herrera-Silveira, J. A., Cisneros-de la Cruz, D. J., & Roman-Cuesta, R. (2020). Guía para la restauración ecológica de manglares: Lecciones aprendidasGuía para la restauración ecológica de manglares: Lecciones aprendidas. https://doi.org/10.17528/cifor/007794
  • Zaldívar-Jiménez, M. A., Herrera-Silveira, J. A., Teutli-Hernandez, C., Comin, F. A., Andrade, J. L., Molina, C. C., y Pérez-Ceballos, R. (2010). Conceptual framework for mangrove restoration in the Yucatán Peninsula. Ecological Restoration28(3), 333–342. https://doi.org/10.3368/er.28.3.333
  • Zaragoza-Méndez, A. F. (2019). Dispersión y establecimiento de propágulos en un manglar con mortalidad masiva.