El color de la noche
Sergio A. Cabrera-Cruz
USPAE
La contaminación lumínica cambia el color del cielo y reduce el número de estrellas que podemos ver ¿De qué color es tu cielo nocturno?
Como biólogo he tenido la oportunidad de visitar áreas remotas. Una herramienta extremadamente útil en esas circunstancias es una lámpara portátil para poder moverse durante la noche. En una ocasión un amigo me preguntó “¿Cuál es el uso más tonto para una lámpara?” Una de sus respuestas fue: “Apuntar al cielo con ella.” ¿Por qué? Porque la luz se pierde, no hay nada que iluminar ahí arriba. O eso pensamos, porque sí hay mucho que iluminar pero no lo notamos.
Cuando la luz sale de su fuente, por ejemplo una lámpara, viaja en todas direcciones. La intensidad de la luz sobre una superficie depende tanto de su potencia como del área a iluminar. Por tanto, conforme la luz se aleja su intensidad disminuye simplemente porque el área a iluminar aumenta. Esto lo vemos todos los días: la luz es más intensa cerca de un foco que lejos de él.
Cuando por las noches apuntamos una lámpara al cielo, su luz parece perderse porque no hay nada grande cerca de nosotros para ser iluminado y porque su intensidad disminuye rápidamente mientras se aleja. Sin embargo, en el aire hay muchas cosas como partículas de agua, polvo, esmog, polen, aerosoles, e incluso animales como insectos, aves y murciélagos. Muchas de esas cosas, que pueden estar suspendidas o moviéndose, son muy pequeñas para que podamos verlas por la noche con la luz de una sola lámpara, pero ¿qué pasaría si prendiéramos un millón de ellas? Entonces la intensidad acumulada de toda esa luz iluminaría muchas de esas partículas y podríamos verlas. En esencia, el cielo nocturno se iluminaría.
Esto sucede todas las noches en las ciudades del mundo, donde el alumbrado público, los reflectores de centros comerciales y anuncios espectaculares, los faros de autos, las lámparas afuera de nuestras casas y muchas otras fuentes de luz iluminan el cielo nocturno. La iluminación en las ciudades es tan grande y con frecuencia tan mal planeada, que mucha de la luz termina alumbrando no sólo el suelo donde la necesitamos sino también el cielo donde es innecesaria.
Escala de Bortle con códigos de colores yendo desde el 1, que se asocia con un color negro para un cielo nocturno oscuro excelente, hasta el 9 que se asocia con el color blanco para el cielo nocturno de centros urbanos con alta contaminación lumínica. La descripción de cada categoría con su color está disponible aquí. La imagen de fondo es una comparación de cómo se ve la constelación de Orión desde un lugar con poca contaminación lumínica (escala de Bortle 1 o 2) y desde un lugar con contaminación lumínica alta (escala de Bortle 8 o 9). La foto original está disponible en Flickr y es autoría del usuario jpstanley. La escala de colores también está disponible aquí.
Durante el día la luz del sol es tan intensa y abundante que ilumina todas las partículas en la atmósfera. Al ser reflejada por esas partículas, la luz se descompone en los colores primarios, de los cuales el azul se esparce más y por ello vemos el cielo de ese color. Conforme avanza el día, el color del cielo cambia porque también lo hace la cantidad de luz que se refleja en las partículas de la atmósfera. Llegada la noche, sin el efecto de la luz solar, podemos ver la luna y las estrellas sobre un fondo oscuro: mientras menos luz haya, más oscuro es el cielo nocturno y más estrellas podemos ver.
Cuando por las noches iluminamos nuestras ciudades también iluminamos las partículas en el aire. Por eso, el cielo urbano nocturno deja de verse oscuro para tomar tonos rojizos, grisáceos, azulados o blanquecinos. Un cielo nocturno iluminado se considera un cielo contaminado y una de sus consecuencias es que podemos ver menos estrellas, en ocasiones ni una. En el año 2001, el astrónomo amateur John Bortle propuso una escala para clasificar el cielo nocturno en 9 categorías de acuerdo a su nivel de contaminación lumínica y a la cantidad de estrellas que se pueden ver. Su artículo empieza preguntando “¿qué tan oscuro es tu cielo?”.
Los cielos más oscuros desde donde se pueden ver miles de estrellas junto con todo el trazo de la vía láctea están libres de contaminación lumínica. A los (cada vez menos) lugares así le asigna el valor “1. Sitio oscuro excelente” y se les identifica con colores negro o gris oscuro. En el otro extremo están los “Sitios de centros urbanos” que se encuentran en el interior de las ciudades, donde de plano no es posible ver estrellas o tan sólo las más brillantes; esos sitios reciben la clasificación de Bortle 9 y se les identifica con colores blanco o gris claro.
La constelación de Orión es una de las más reconocibles en México: las tres estrellas de los Reyes Magos están justo en medio y constituyen el cinturón de Orión ¿De qué color es tu cielo nocturno de acuerdo a la escala de Bortle? Para decidir, puedes usar como referencia la imagen que acompaña a este artículo donde se compara lado a lado dos fotografías de la constelación de Orión tomadas desde lugares con poca y mucha contaminación lumínica. Para aún más detalle, puedes consultar //www.flickr.com/photos/143103129@N03/51092671783/in/explore-2021-04-03/" style="margin: 0px; padding: 0px; font-size: 14px; font-family: Arial, "Arial Unicode MS", Helvetica, sans-serif; text-decoration: none; color: rgb(166, 145, 89);" data-mce-href="https://www.flickr.com/photos/143103129@N03/51092671783/in/explore-2021-04-03/">esta otra imagen, donde se muestra un collage de ocho fotografías de la misma constelación clasificadas de acuerdo a la escala de Bortle. Además, si te gustan los videos, puedes ver “Lost in light” (“Perdido en la luz”) del cineasta Sriram Murali, donde en menos de tres minutos se muestran vistas de cielos nocturnos desde lugares con distintos grados de contaminación lumínica.
Para dejar de iluminar nuestros cielos nocturnos sólo necesitamos asegurarnos de que el alumbrado exterior, tanto el público como el privado, enfoque toda su luz hacia el suelo y que nada de ella escape hacia el cielo. Con esto haríamos un uso más eficiente de la energía, evitaríamos las consecuencias negativas de la contaminación lumínica, veríamos más estrellas… y nos veríamos menos tontos.
Slider: Fragmento de la constelación de Orión vista desde un lugar con poca contaminación lumínica (izquierda) y desde uno con contaminación lumínica alta (derecha). La imagen original está disponible en Flickr y es autoría del usuario jpstanley.
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